Por Carlos Oropeza
Esequibo tus aguas
doradas
Que a Guayana
iluminas su cara
es la estrella de
nuestra bandera
y el sol donde
comienza la patria.
I
Tu caudal poderoso y
soberbio
que Ojeda asombrado observó
bautizó desde el
cielo a esta tierra
el Señor con su
gracia ofrendó.
De Mapuera al Atlántico
viajas,
como espada defiendes
la unión
de egoísmos de
tiempos oscuros
que imponía la
pérfida Albión.
II
Eres estrella del
firmamento
en el cielo de
nuestro pendón.
La octava hija
predilecta
de nuestro padre
Libertador.
En la sangre de tus
pobladores
como el raudal de tus
ríos eternos
vibra el alma del
Bravo Pueblo
que a Caracas el
ejemplo siguió.
III
Las Sabanas del
Rupununi
Son testigos de tu
abnegación
cuando al mundo
gritaste sin miedo:
Venezuela es nuestra nación.
Con la libertad como
divisa
Valerie resistió con
valor,
y la patria recuerda
su lucha
de combate al
usurpador.
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