Por Alberto Arvelo Torrealba
Tierra gallarda que al armado pecho
del español opuso los bravios
pechos de sus indigenas, impíos
porque amaron su patria y su derecho.
Tierra que combatió con nobles bríos
hasta el yugo invasor mirar desecho;
tierra brava que abarcan en estrecho
abrazo un mar y dos gigantes ríos.
Rica y heroica y desolada tierra.
El Segundo Congreso es en su historia
a la vez sol de paz y sol de guerra,
a cuyas luces multiples y grandes
se va Bolivar a buscar más gloria
más allá de las nieves de los Andes.
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