Beatísimo
Padre:
Cuando
en el mes de junio del año anterior, por medio del Excelentísimo Señor Julio
Tonti, Representante Diplomático de Vuestra Santidad en esta República, y en carta
especial que hice dirigir á Su Eminencia el Cardenal Rampolla, solicité la interposición
del Pontificado á fin de alcanzar que Inglaterra conviniese en acudir á los justos
arbitrios propuestos tiempo há por Venezuela para el definitivo arreglo de los límites
con la Colonia de Demerara, persuadido estaba de que la benevolencia de Vuestra
Santidad había de manifestarse en tal ocasión tan categórica y decidida como siempre
que se trata de los propósitos encaminados á la salud de las Naciones y á la paz
de la humanidad.
Los
hechos vinieron á confirmar elocuentemente mi creencia; y aunque el resultado
de la noble gestión dispuesta por Vuestra Santidad no pudo corresponder, por circunstancias
especiales, á la alteza del designio que la inspiró, Venezuela, y con ella su
Gobierno, tienen que estimar siempre el paso dado por la Santa Sede en este delicado
asunto, como de la más calificada importancia, y recordarlo y agradecerlo de la
propia suerte que si sus efectos hubieran sido los solicitados por Vuestra Santidad
y los anhelados por la República.
Como
expresión del más vivo reconocimiento por tan señalado servicio, dirijo ahora esta
carta á Vuestra Santidad, al par con el ruego de que me dispense la gracia de la
Bendición Apostólica y acoja benévolo los votos que hago porque el Cielo guarde
luengos años su preciosa vida para mayor gloria del Pontificado.
Palacio
Federal del Capitolio, en Caracas, á los veinte y ocho días del mes de enero del
año del Señor de 1895.
Joaquín Crespo.
(Refrendada)
El Ministro de Relaciones Exteriores,
P. Ezequiel Rojas.
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